La historia de Fran y Adriana es, en realidad, una historia de tres. Aunque el mar pudiera ser el tercer miembro de esta pareja, es Héctor, el hijo de Adri, el causante de que el amor surgiera entre esta pareja. El pequeño de 7 años estaba en un curso de vela cuando una medusa le picó. Fran era su monitor y el que lo curó y acompañó hasta que su madre fue en su búsqueda. La temporada de baño acababa de comenzar y aún quedaba mucho verano por delante… Por lo que el amor no tardó en llegar.
Apasionados de la playa y el mar, en el caso de Adriana hasta de la arena que se cuela en el bolso y del salitre que se queda en su pelo, la boda no podía tener otro contexto más idílico. ¡Bienvenidos a la boda de Fran y Adriana!
Diseñar las invitaciones de boda era la tarea más complicada. En un pedazo de papel parecido al tamaño de una postal tenían que caber todos los elementos marinos preferidos de Fran, Adriana y Héctor. Hicimos una lista y… ¡a jugar! El color azul marino y el estilo marinero (¡valga la redundancia!) debían estar presentes, así como algunos elementos que integramos a modo de ilustración: una caseta de playa, la vela de un barco, un salvavidas, un molinillo de viento, las gaviotas, palmeras, el horizonte con sus nubes, la tabla de surf de Fran y el tatuaje de Adriana… ¿Sabéis cuál es?
Agarraos porque viene un seating plan playero a no poder más. En esta ocasión, no solo diseñamos e imprimimos las cartulinas, sino que montamos los molinillos. Uno por cada invitado. ¡A Héctor le encantó! Las mesas se distribuyeron por cabinas, así que los meseros no podían tener otro diseño distinto al de este icono tan veraniego, por supuesto, ¡con su número correspondiente!
Como véis, para el resto de los elementos de la boda utilizamos las ideas presentes en la invitación: la cabina y el molinillo para el seating plan y los meseros; así como las palmeras en el atardecer para las minutas.Un menú a una sola cara en color blanco y respetando el único color elegido para toda la papelería. Buscando siempre un mismo hilo conductor.
¿Qué es lo que siempre nos llevamos a la playa o a navegar? La toalla, el bañador y el bronceador. Aunque necesitamos algo para el transporte, ¿no? Fran y Adriana querían acompañar de alguna manera a sus invitados en todos esos buenos momentos veraniegos, así que decidieron regalar bolsas de tela, donde poder llevar todo lo imprescindible para disfrutar de los fantásticos momentos estivales. Cómodas y muy monas también para usarlas el resto del año.
Fran y Adriana se enamoraron y se casaron frente al mar. Su papelería no podía ser de otra forma: tradicional pero sorprendente, sencilla pero directa y, sobre todo, personalizada. Porque toda historia de amor merece ser contada a su manera.